La vida es benevolente conmigo. Tras haber tomado una decisión, en cierta medida, forzada; después de pensar muchas horas cómo manejaría las cosas y tratando optimistamente hacerme de la vista gorda con la serie de eventos fatales que estaba segura en algún momento sucederían, la persona a la que había ofrecido mi ayuda ciega y en la que había depositado esperanza para que la convivencia conmigo le demostrara
SI es posible ser feliz en un mundo caótico, solita tomó decisiones que me facilitaron decirle:
"Necesitas ayuda que no puedo brindarte y es mejor sigas sola tu camino". ¡Conversación súper ruda! Y aunque ella insistió, no cedí. Estoy segura creyó flaquearía y me dejaría convencer porque soy
toda corazón. Lo que ella desconoce es que mi fortaleza frente a las resoluciones es inmóvil, y que cuando finalmente he tomado una decisión, tomada está.
"Jamás duden de la voluntad de
alguien que perdió 30 kilos y
superó satisfactoriamente
una ex pareja de 15 años".
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